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Declaración

DECLARACIÓN DE LOS GRANDES SIMIOS

Pedimos que la Comunidad de los iguales se haga extensiva a todos los grandes simios: los seres humanos, los chimpancés, los gorilas y los orangutanes.

La “Comunidad de los Iguales” es una comunidad moral dentro de la cual aceptamos que determinados principios o derechos morales fundamentales, que se puedan valer ante la Ley, rijan nuestras relaciones mutuas. Entre estos principios o derechos figuran los siguientes:

  1. El derecho a la vida. Debe protegerse la vida de los miembros de la comunidad de los iguales. No puede darse muerte a los miembros de la comunidad de los iguales, excepto en circunstancias que se definan muy estrictamente, por ejemplo : en defensa propia.
  2. La protección de la libertad individual. No puede privarse arbitrariamente de su libertad a los miembros de la comunidad de los iguales. Si se les aprisiona sin que medie un proceso legal, tienen el derecho a ser liberados de manera inmediata. La detención de quienes no hayan sido condenados por un delito, o de quienes carezcan de responsabilidad penal, sólo se permitirá cuando pueda demostrarse que es por su propio bien, o que resulta necesaria para proteger al público de un miembro de la comunidad que claramente pueda constituir un peligro para otros si está en libertad. En tales casos, los miembros de la comunidad de los iguales deben tener el derecho de apelar ante un tribunal de justicia, bien directamente o, si carecieren de la capacidad necesaria, mediante un abogado que los represente.
  3. La prohibición de la tortura. Se considera tortura y por tanto es moralmente condenable, infligir dolor grave, de manera deliberada, a un miembro de la comunidad de los iguales, ya sea sin ningún motivo o en supuesto beneficio de otros. De igual forma se prohíbe la tortura psicológica en cualquiera de sus facetas.

Hoy sólo se considera miembros de la comunidad de los iguales a los de la especie Homo sapiens. La inclusión, por primera vez, de animales no humanos en esta comunidad, es un proyecto ambicioso. El chimpancé (Pan troglodytes), el Bonobo (Pan paniscus), el gorila (Gorilla gorilla) y el orangután (Pongo pygmaeus), son los parientes más cercanos a nuestra especie y poseen unas facultades mentales y una vida emotiva suficientes como para justificar su inclusión en la comunidad de los iguales. Ante la objeción de que los chimpancés, los gorilas, bonobos y orangutanes no serán capaces de defender sus propios derechos dentro de la comunidad, respondemos que sus intereses y sus derechos deben ser salvaguardados por guardianes humanos, del mismo modo en que se salvaguardan los intereses de los menores de edad y de los discapacitados mentales de nuestra propia especie.

Nuestra petición se produce en un especial momento de la historia. Nunca anteriormente ha sido tan penetrante y sistemático el dominio que ejercemos sobre otros animales. Sin embargo, es también el momento en el que, dentro de la misma civilización occidental, que de tan inexorable modo ha extendido su dominio, ha surgido una ética racional que pone en tela de juicio el significado moral de la pertenencia a nuestra propia especie. El desafío busca conseguir una igual consideración para los intereses de todos los animales, humanos y no humanos. Esto ha dado origen a un movimiento social en crecimiento. La lenta pero constante ampliación del alcance de la regla de oro “trata a los demás como quisieras que te tratasen a ti”, ha emprendido de nuevo su curso. Los contornos que diferencian la noción de “nosotros” de la noción de “los demás” se habían ido disolviendo desde la frontera de la tribu, de la nación y de la “la raza” para ampliarse hasta alcanzar los contornos de la especie humana. La barrera de la especie que se había congelado y vuelto rígida durante un cierto tiempo, ahora ha cobrado nueva vida y se ha convertido en algo apto para nuevos cambios.

El Proyecto “Gran Simio” aspira a ser un paso más en el proceso de extender la comunidad de los iguales. Para contribuir a que se de este paso, aportamos argumentos éticos, basados en pruebas científicas de las facultades que poseen los chimpancés, bonobos, gorilas y orangutanes. No incumbe al Proyecto Gran Simio decir si ese paso ha de ser también el primero de otros muchos. Muchos de nosotros a título individual, querríamos ampliar la comunidad de los iguales también a otros muchos animales. Otros quizás estimen que ampliarla para que incluya a los grandes antropoides es todo lo lejos que podemos llegar por ahora. Dejemos que el tema sea debatido socialmente, de forma natural y dejando como ejemplo este primer paso en defensa de los grandes simios y de sus derechos.

No hemos olvidado que vivimos en un mundo en el que, para las tres cuartas partes de la población humana como mínimo, la idea de los derechos humanos es pura retórica y no constituye una realidad en la vida cotidiana. En un mundo semejante, la idea de la igualdad de ciertos derechos para los animales no humanos quizás no goce de gran favor. Reconocemos y deploramos el hecho de que en todo el mundo haya seres humanos que viven sin sus derechos fundamentales e incluso sin los medios indispensables para subsistir decentemente. Ahora bien, la denegación de los derechos básicos a otras especies determinadas no contribuirá a que los pobres y los oprimidos del mundo ganen sus justas luchas. Tampoco es muy razonable pedir que los miembros de esas otras especies esperen hasta que todos los humanos hayan alcanzado antes sus derechos. La proposición misma así formulada da por supuesto que los seres pertenecientes a otras especies tienen menor importancia moral que los seres humanos. Y además por los indicios que se dan en el presente, el aplazamiento que se propone podría ser largo, toda vez que la defensa de los derechos de los grandes simios, es compatible a la par con la de los derechos humanos, de los niños, del trabajador o de la mujer entre otras luchas sociales, teniendo la capacidad humana de no descartar ninguna de estas reivindicaciones que pueden avanzar conjuntamente.

Otra base de oposición a nuestra exigencia quizá proceda del hecho de que a los grandes simios (y en especial a los chimpancés y bonobos) se les considera elementos de laboratorio sumamente valiosos. Sin embargo, y con toda razón, se considera inmoral la investigación con seres humanos que causa daño a éstos sin su consentimiento. A pesar de esto, las investigaciones perjudiciales con chimpancés, bonobos, gorilas y orangutanes que no han dado su consentimiento no se ven de la misma manera y se permite a los investigadores hacer cosas a estos grandes simios que se considerarían aborrecibles si se hicieran a seres humanos. De hecho, el valor de los grandes simios como instrumentos de investigación se basa precisamente en la combinación de dos factores en conflicto: por una parte su extrema semejanza física y psicológica con nosotros; por otra parte, en la denegación de la protección ética y legal que ofrecemos a nuestra propia especie.

Por todo ello y debido a las razones expuestas y al apoyo científico de numerosos estudios que avalan las capacidades cognitivas cercanas a nuestra especie y a la poca diferencia genética que nos separa del chimpancé según el desarrollo de su mapa genético realizado en 2005, los grandes simios deberían de ser representados legalmente por terceras personas, cómo de igual forma se representa a los niños o humanos mentalmente discapacitados, en la defensa de sus derechos.

Quienes quieran defender el trato que de manera rutinaria se da a los grandes simios no humanos en los laboratorios y en otras circunstancias, tendrán ahora que soportar la carga de la prueba para oponerse a la defensa que hacemos en este proyecto de la inclusión de los grandes simios dentro de la comunidad de los iguales. Si no es posible rechazar nuestros argumentos, quedará demostrado que la forma en que en la actualidad se trata a los homínidos no humanos es una forma de discriminación arbitraría e injustificable. Ya no podrá seguir habiendo excusas para tales prácticas.

Igualmente, este Proyecto, rechaza de una forma contundente, las investigaciones que se realizan por parte de Universidades o “primatólogos” de salón o de zoológicos, en la que se obliga a primates y principalmente a chimpancés, a realizar estudios de comportamiento repetitivos para demostrar sus capacidades cognitivas, en los que a veces se les mantienen durante horas en situaciones forzadas o con hambre para cumplir los objetivos que los investigadores se proponen.

La resolución de una disputa moral suele ser únicamente el principio, y no el fin, de una cuestión social. Sabemos que, incluso si conseguimos demostrar que está bien fundado nuestro punto de vista, estaremos aún muy lejos del momento en que los dispersos miembros de las especies de chimpancés, bonobos, gorilas y orangutanes (homínidos de nuestra propia familia) sean liberados y puedan llevar su diferente vida, como iguales, en sus propios territorios especiales de nuestro países, o en plena libertad, en los bosques tropicales de donde son originarios. Como suele ser normal cuando sigue su curso el progreso ético, los obstáculos serán muchos, y será fuerte la oposición que hagan aquellos cuyos intereses se ven amenazados. ¿Será posible el éxito? A diferencia de otros grupos oprimidos que han alcanzado la igualdad, los chimpancés, bonobos, gorilas y orangutanes, no pueden luchar por sí mismos. ¿Encontraremos a las fuerzas sociales que están dispuestas a luchar en su nombre y conseguir su inclusión dentro de la comunidad de los iguales?. Creemos en la posibilidad del éxito. Mientras que hay seres humanos oprimidos que han alcanzado la victoria en su propia lucha, otros han sufrido la misma importancia que sufren hoy los homínidos no humanos. La historia nos demuestra que siempre ha existido, dentro de nuestra especie, ese factor de salvación: un grupo de personas que desean superar el egoísmo con el fin de hacer avanzar la causa de otros. Un buen ejemplo lo tenemos en el movimiento anti-eslavista cuando trataban a los africanos como meros animales sin derechos y de la forma en que se luchaba contra ello. Yordi Sabater Pi, el gran primatólogo español muerto en 2009, dejó constancia por escrito en que “llegará un día en las que las generaciones futuras se avergonzarán de cómo hemos tratado a los grandes simios, al igual que ahora nos avergonzamos de lo que hicimos con la esclavitud”.

El Proyecto Gran Simio, como defensores de la equidad, lucha para lograr que estos derechos de los Grandes Simios sean reconocidos por las Naciones Unidas, para que los que están cautivos logren mejorar sus condiciones y para la conservación de los bosques tropicales, hábitat de los homínidos no humanos.

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