José María Bermudez de Castro, en apoyo a una Ley de grandes simios en España.
La propuesta no es ni capricho ni una ocurrencia. Cualquier acción humana tendente a la protección del medio ambiente y de las especies del planeta redunda en nuestro propio beneficio. Los grandes simios, chimpancés, gorilas y orangutanes, representan las especies vivas más próximas a nuestra especie, desde el punto de vista de su parentesco filogenético. Las similitudes entre nuestro genoma y el de las dos especies de chimpancé, Pan paniscus y Pan troglodytes, se ha estimado en el 99%. La similitud es del 98% en el caso de los gorilas, y se acerca a esta misma cifra en el caso de los orangutanes. Los seres humanos estamos incluidos en el orden de los primates, y la similitud genética con todos ellos es extraordinaria.
En primer lugar, no podemos permitir que los seres vivos más parecidas a nosotros terminen por extinguirse, simplemente por la codicia humana de poseer todas las riquezas del planeta, sin considerar el derecho a la vida de otras especies. Ese comportamiento terminaría, más tarde o más temprano, por volverse contra nosotros.
La ciencia está teniendo la oportunidad de conocer mucho sobre nosotros mismos, precisamente gracias al estudio de los grandes simios. La normativa internacional ya defiende ciertos derechos de los animales de laboratorio, en las investigaciones biomédicas. En el pasado, los grandes simios han sido utilizados por la ciencia con la misma crueldad con la que nos tratamos entre nosotros mismos. Quizá este aspecto tan denigrante haya remitido con la normativa que se aplica en los países en los que llevan a cabo investigaciones científicas. Sin embargo, los grandes simios siguen siendo empleados para nuestra diversión en parques zoológicos, donde sufren encarcelamiento de por vida ¿Cuál ha sido su delito para ello? Se sabe que el trato que se da a estos y otros animales no puede calificarse precisamente de humanitario, hacinados, muchas veces vejados y siempre lejos de su ambiente natural
Es tiempo de profunda reflexión sobre los daños que estamos infligiendo a nuestro propio planeta, nuestra casa. Las leyes de protección del medio ambiente (que incluye a todos los seres vivos que nos rodean) tienen que redactarse y aplicarse con firmeza, porque el futuro de las siguientes generaciones está en juego. Es un problema de educación y de toma de conciencia. El Proyecto Gran Simio defiende todas las especies, por supuesto, pero ha enfocado su objetivo en defensa de la integridad física y moral de las especies que más se parecen a nosotros, y de las aún tenemos mucho que aprender.
Por todo ello, deseo insistir en mi total apoyo a las propuestas que se realizan desde el Proyecto Gran Simio, que nos dignifican como seres humanos.
Fdo. José María Bermúdez de Castro Risueño
Profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y Coordinador del Programa de Paleobiología de Homínidos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) de Burgos